martes, 7 de junio de 2011

VIAJE DE IRKUTSK A ULAN BATOR

Al llegar al tren nos indicaron en qué compartimento íbamos a alojarnos. Era un coche-cama, en el cual íbamos a viajar durante dos días con dos australianos, llamados Chis y Tri, muy agradables. Lo bueno fue que ellos querían aprender español y la burbuja hembra (concretamente) inglés, así que fue una buenísima manera de empezar el viaje. Después de estar toda la tarde hablando los cuatro, cenamos y nos fuimos a dormir, por orden de la provonitska (encargada del vagón, el único que se dirigía a Mongolia). Al día siguiente nos esperaban varias sorpresas en los controles de pasaportes: Una de ellas, fue el tener que bajar del tren (obligados otra vez) y estar tres horas sin poder subir, cerrando completamente el vagón, así que decidimos (los cuatro) ir a gastar los pocos rublos que nos quedaban (ya que en Monogolia no nos iban a servir de nada), comprando comida y agua. A las cuatro de la tarde nos obligaron a subir al tren de nuevo para tenernos encerrados durante unas seis horas en el vagón, sin poder usar el lavabo, ni poder bajar a la estación, así que todos esperábamos con ansia que el tren empezara su camino, otra vez. Nuestra sorpresa (y ya la tercera), fue que cuando arrancó el tren y salió de la última estación rusa, tampoco nos dejaron ir al servicio (todos nos meábamos), y en el control de Mongolia, tampoco nos dejaron bajar, así que fueron dos horas más de espera, con las vegigas a punto de explotar y buscando alguna manera de vaciarlas, las dos burbujas, enfadadas preguntaban a las encargadas del vagón a ver si podían usar el servicio, pero siempre obtenían un rotundo NIET, así que no sirvió de nada (bueno, solo para recibir un libro-novela de consolación en inglés). Por fin, nos dieron una hora para ir a la estación del primer pueblo mongol y así poder vaciar vegigas y comer alguna cosa. A la mañana siguiente, después de sonar el despertador a las cinco de la mañana,empezamos a prepararnos para llegar a la capital de Mongolia, Ulan Bator.
A las seis y diez de la mañana, (por fin) llegamos. Al bajarnos del tren nos esperaba Tuya, la chica encargada del hostel en el que nos ibamos a hospedar. Una chica que resultó ser una bellísima persona y con la cual íbamos a aprender algunas palabras en su idioma (el mongol), aunque ella hablaba un perfecto español, y también nos cuidaría durante nuestra estancia en este país.



Marta con Tri, Chris y dos chicos más con el vagón

Vistas desde nuestro vagón, el único

Uno de tantos poblados





Marta en la sala de fumadores









Uno de los puentes que cruzábamos con el tren

En el compartimento

¿Para qué servirá el coche?

Llegada a Ulan Bator

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