jueves, 16 de junio de 2011

BEIJING

Sobre las dos de la tarde llegamos a Beijing, esperando que alguien del hostel nos viniera a buscar, ya que en eso habíamos quedado (o eso creíamos), pero resultó ser que no. Así que después de estar esperando durante una hora en la estación central de trenes (Beijing tiene unas dos estaciones más), decidimos coger el metro por nuestra cuenta y con las pocas indicaciones que nos habían dado del hostel, nos encaminamos hacia él. Suerte que se nos ocurrió escanear e imprimir el mapa del metro en España (al final las burbujas no estamos tan perladas), que nos sirvió de gran ayuda; a parte en Beijing, los nombres de las estaciones de metro también estan escritas en inglés (gran ayuda), pero no solo eso fue lo que nos llevó a buen puerto, si no el poco (pero imprescindible) chino que aprendió en su día la burbuja macho. Una vez en el hostel, después de estar dos horas y media con las mochilas a cuestas, pudimos descansar y decidir qué hacer al día siguiente, es decir, hoy diez de Mayo.
Esta mañana nos hemos dirigido a la grandísima Ciudad Prohibida; de camino y dentro del metro, una señora que estaba detrás de la burbuja hembra se ha dirigido a ella en chino, pensando que ésta era china, por su gran melena negra (risas mil), cuando la burbuja hembra se ha dado la vuelta, el susto de la mujer se ha visto reflejado en su cara.
Al llegar a la Ciudad Prohibida y solo salir del metro, una chica nos ha convencido para ir a ver una exposición de pintura tradicional china (cosa que veríamos por todas partes más tarde), nosotros encantados, hasta que nos ha intentado convencer para comprar alguna pintura (por cierto preciosas), aunque no lo ha conseguido. Después de perder casi una hora, hemos acabado por recorrer la Ciudad Prohibida, durante unas tres horas; es enorme. Lo más gracioso es que hemos estado rodeados de chinos (algo bastante evidente, estando en China), pero hemos podido distinguir a los extranjeros a distancia (eso ha sido lo gracioso). De vuelta al hostel hemos decidido ir a comer algo, así que las chicas del hostel nos han indicado una calle bastante cerca, donde hemos podido comer por un euro los dos, vaya unos cincuenta centimos de euros cada uno. A la tarde hemos intentado hablar con la familia, tarea no fácil, por la gran censura y control que hay en este país relativa a la conexión a internet. A la noche hemos acabado cenando en el restaurant del hostel (resulta más económico ir de restaurante que comprar en un super), donde hemos conocido a Florian (un chico francés), que garantiza excursiones a la Gran Muralla, en una parte donde no hay turistas, así que nos apuntamos. Hemos acabado por dar una vuelta por el barrio para bajar la cena para después irnos a dormir.
Hoy once de Mayo, nos hemos levantado a las seis y media de la mañana, para ir a desayunar y empezar a las ocho, el camino hacia la Muralla. El desayuno (que entra en el precio de la excursión, como la comida) ha consistido en: un huevo revuelto, tres tostadas con mermelada y matequilla, un tomate frito, un tazón de corn flakes con leche, un nuget de pure de patata y la bebida.
Así que al acabar con todo ello, acompañados por Florian, un chico chino del hostel, el conductor y dos chicos más (Franky y Marcel), hemos emprendido el camino a la muralla. El viaje en furgoneta ha sido divertido, tanto la ida como la vuelta, ya que en este país la manera de conducir no se parece en nada a la europea, avisan tocando el claxón sin parar (por lo menos lo oyen venir) y esquivando apurando el mínimo hueco. Con lo primero que nos hemos encontrado al llegar a nuestro destino, ha sido tener que cruzar un puente hecho con tablones de madera (creemos que los tendrían que cambiar), cosa también muy divertida. Después de cruzar entre risas el puente y saludar a los que después nos iban a preparar la comida, hemos empezado a subir por un camino estrecho y empinado hasta llegar a la Gran Muralla, que ahora entendemos lo del nombre. No podemos llegar a entender cómo millones de guerreros con sus armaduras pesadas, podían correr de lado a lado con tantas subidas y bajadas vertiginosas. A parte, el saber que millones de hombres que trabajaban en ella morían y luego eran enterrados entre los muros de esta y familias enteras quedaban sin saber nunca más de sus familiares (por cierto, obligados por el gobernador de turno).
Después de estar más de dos horas recorriéndola y corroborando que no había ni un solo turísta (a parte de nosotros seis), hemos gozado de la paz y tranquilidad que encima de ella se respira. Al bajar nos hemos encontrado con la comida típica de este país hecha. Al acabar uno de los propietarios del bar ha matado una serpiente que quería comerse los huevos de los patos, que en ese momento salían corriendo hacia el río que tienen al lado (mientras la burbuja hembra les hacía fotos cerca del rio, ajena a todo, hasta que ha oído los golpes). Este mismo nos ha enseñado como pelar una serpiente, (mientras esta, ya muerta todavía se movía), para comérsela más tarde. Después de todo esto y pareciéndonos que hoy ha sido un día muy bien aprovechado, hemos descansado en el hostel durante unas horas y de allí hemos ido a comprar algunas frutas de aquí, por cierto riquísimas. Ahora solo queda descansar para seguir recorriendo parte de esta gran, contaminada e interesante ciudad.
Los siguientes días decidimos ir a las calles más antiguas de la ciudad, donde se encuentran las puertas de entrada (las antiguas, que ahora se encuentran en el centro de la ciudad). De allí a visitar la plaza de Ti'an Men, una plaza enorme donde hay unas esculturas haciendo referencia a su ideal del comunismo (publicidad al fin y al cabo) y suponemos que en los escritos chinos también. Paradojas de la vida, al irnos de allí acabamos en la calle comercial, donde nos encontramos rodeados de grandes edificios modernos que son grandes centros comerciales, así que estuvimos un rato y de allí nos dirigimos de nuevo al hostel, ya que no encontramos lo que queríamos (preferimos las tiendas pequeñas, donde hay precios más asequibles y se puede regatear). A la tarde nos fuimos a comprar el billete de tren que nos llevaría a Xi'an, la estación (locura p...) es enorme y el caos reina tanto fuera como dentro de ella, y en las taquillas ya fue lo más, en solo una de veinte (cosa que agradecimos, por que no pensábamos que hubiera ninguna), ponían que el taquillero hablaba inglés, y hacia ella fuimos. Mientras esperábamos nuestro turno entre tantísimo bullicio (les encanta gritar para hablar), en la cola de al lado un señor perdió los nervios y al final lo tuvieron que echar de la cola acompañado por un policia (eso que dicen que los chinos son tranquilos no es muy cierto, y ese día lo comprobamos). Al llegar nuestro turno pudimos conseguir nuestros billetes (pensábamos que no lo lograríamos, ya que en la cola había mucha gente quejándose con el billete en la mano -o eso creímos-); así que con los billetes guardados (bien guardados), decidimos adentrarnos en las salas de espera de la estación, para saber más o menos cómo funcionaban. Después de esto y muy agobiados nos fuimos de allí.
El día de la marcha, después de haber comprado algo de comida, con las mochilas nos fuimos a la estación de tren con dos horas por delante (ya sabeis, solo recordar lo de Kiev...). Nos sentamos en el suelo, al lado de una columna en la sala de espera, y esperamos la hora de entrada en los andenes. De golpe nos vimos rodeados de una masa increible de chinos (y seguirían llegando más y más), de pie, sentados (con su periódico en el culo -para eso sirven en este país, para nada más-), tumbados, comiendo, haciendo gárgaras...Cada vez más aprisionados, hasta que abrieron las puertas a los andenes y toda esa masa quería entrar de golpe por unas vallas donde solo cabe una persona (como locos querían entrar, cosa que no entendemos, porque las camas van numeradas en los billetes), eso si, una vez dentro volvieron a la parsimonia de siempre, con su gran costumbre de pararse, con las maletas, en medio del pasillo. Una vez dentro de nuestro compartimento, nos acomodamos para pasar allí unas trece horas, que es lo que duraría el viaje.

En la Ciudad Prohibida











Las Burbujas Perdidas en la Ciudad Prohibida



En la teraza del hostel

Las vistas desde la terraza

Escalando la Gran Muralla



Subiendo


Descansando

Y subiendo de nuevo

Con los compañeros de excursión











Comiendo

Perro chino posando

Comida casera china, jejeje

Patos huyendo de serpiente

Serpiente de la que huían los patos (ella no pudo escapar)

Por las calles de Pekín

En la Plaza de Ti'an Men (La burbuja como una más, integrada total)

En la plaza, al fondo a la izquierda monumento de propaganda comunista (ya sabeis, el pueblo y bla bla bla)

Centros comerciales nada comunistas

1 comentario:

Anónimo dijo...

que pasote solos en la muralla!! vaya superspot, muy buenaaaaaaaaa