lunes, 12 de diciembre de 2011

SEGUNDA PARTE DEL VIAJE POR EL MEKONG HASTA PHNOM PENH

Como tantas de las mañanas de este viaje nos despertamos gracias a la alarma del movil, nos vestimos, recogimos todas nuestras cosas y, dejando las maletas preparadas, nos fuimos a desayunar. Mientras nos servían el desayuno en la terraza flotante, llegó una chica inglesa y al ver que el desayuno no entraba dentro del precio del tour, entró en cólera (la verdad es que escuchar gritos y recriminaciones a las siete de la mañana no es plato de buen gusto), pero hicimos caso omiso y continuamos.  Después de desayunar  nos fuimos en un barco a ver algunas cosas y luego nos cambiaríamos a otro más rápido para llegar hasta la frontera. Empezando a llover nos dirigimos hasta una de las granjas del pez gato, tradicional en esta zona, allí nos explicaron como los mantienen y nos dejaron darles de comer, luego nos dirigimos a un pueblo donde la mayoría de los habitantes son de otra etnia musulmana que permiten que los hombres tengan más de una mujer, aunque nos tuvimos que esperar un rato a que la lluvia cesara (cómo no, ya estaba la "inglesita" para quejarse), antes de ir hacia allí. Bajamos al pueblo y vimos un cementerio donde ya no había nada (otra vez "ella" quejándose) nos volvimos al embarcadero, donde cambiamos de barco para ir a la frontera y hacer los trámites de los visados; los que no iban hacia Camboya se volvían atrás. En una hora y a gran velocidad (comparado con los otros barcos que habíamos navegado), estábamos en la aduana de Vietnam y tras esperar una media hora volvimos a subir al barco. Al cabo de otra hora llegamos a la aduana de Camboya, nos hicieron bajar del barco otra vez, pero esta vez entraríamos en un cuartel militar, donde vimos cómo un señor (suponemos que un general o algo así) les decía algo a sus subordinados todos puestos en filas y bien erguidos, mientras nosotros esperábamos en silencio, delante de unas ventanillas . Al acabar el discurso, algunos de estos militares entraron dentro del edificio detrás de las ventanillas, para controlar que todo estaba correcto y ponernos el sello  de entrada a este nuevo país. Luego volvimos al barco y después de navegar durante un rato nos paramos en otro muelle, donde nos encontramos otro barco más grande que sería el que nos llevaría hasta la capital de Camboya, Phnom Penh.

Despertar en el Mekong

Restaurante flotante

Burbuja hembra esperando que cesara de llover

Esperando en la granja de los peces Gato

Muelle del pueblo musulmán

Aduana de Vietnam (cosas prohibidas)

Burbuja hembra entrando en el barco rápido

En el otro barco

Más grande, más bonito y más cómodo

Con el viento de cara...

Viendo pasar la tierra...desde el agua

La cola que dejaba el barco

Avistando Phnom Penh

Llegando

Última imagen desde el barco...y el río Mekong

domingo, 27 de noviembre de 2011

1ªPARTE DEL VIAJE DESDE SAIGÓN A LA FRONTERA CON CAMBOYA

Nos levantamos a las ocho de la mañana, preparamos nuestras maletas, nos duchamos y bajamos a recepción, a esperar a uno de los guías que nos tenía que venir a buscar para empezar nuestro camino hacia la frontera de Vietnam con Camboya. De repente apareció un chico preguntando por nosotros y acompañado por dos chicos extranjeros. Corriendo detrás del guía con las mochilas en las espalda nos dirigimos a una de las avenidas principales de la zona, pasando por callejuelas y siendo observados. Nos montamos en un autobús y después de que uno de los guías nos preguntara cuánta gente se dirigía a Camboya (resultó que éramos los únicos que íbamos a cruzar la frontera) empezó la marcha. En el camino el guía nos explicaba entre risas que el viaje duraba tres horas si la policía no nos paraba, ya que era bastante común y al cabo de cinco minutos la policía nos paro, así que el viaje se retraso . Al cabo de una hora nos paramos para tomar un café y fumarnos un cigarrito; en esa pausa conocimos a varios españoles que venían con nosotros en el autobús, todos ellos hacían el viaje para ver algunas cosas, pero luego volvían a Ho Chi Min. Después de unas tres horas llegamos a un pequeño puerto, donde nos organizaron en grupos y cogimos una barquita. Pasando por un río llegamos al mercado flotante (bastante pequeño, por cierto), el paisaje hasta el mercado era de lo más interesante; las casas flotantes (por no llamarlas barracas) con sus enormes antenas de televisión, barcos transportando comida, canoas cruzando de un lado a otro, barcas que son casas con gente y perros viviendo... Una vez en el mercado nos enseñaron como hacían papel de arroz, caramelos de arroz, licor de arroz, títeres de arroz... Luego nos dimos un paseo por lo que parecía un pueblo. Volvimos a la barca y después de dar marcha atrás por el río y volver al Mekong, nos introducimos en otro río, en el cual no se veían muchas casas y todo lo que podíamos ver era selva. Nos paramos al lado de un camino, que fue por el que íbamos a andar para llegar a un restaurante donde comeríamos. Las burbujas un poco preocupadas por las mochilas que se habían quedado en el autobús le preguntamos al guía y nos respondió que luego las tendríamos, que no nos preocupáramos (claro, como si fuera tan fácil, con todo lo que llevábamos dentro). Nos sentamos a comer y nos toco con un señor muy agradable de Singapur, después de comer y haber hecho algunas fotos a las flores que colgaban (la burbuja hembra se ha dedicado a fotografiar flores de casi todos de los países por lo que hemos viajado), nos hicieron coger unas bicis y montados en ellas recorrer una carretera por donde solo cabían dos coches (aunque ellos consiguen que pasen dos autobuses juntos) y después de algún que otro percance con la bici por parte de la burbuja hembra (¡a tomar por culo el pantalón!) nos hicieron subir a una barquita. En esta habían algunas mochilas pero ninguna de ellas eran las nuestras, así que preocupados volvimos a preguntar, pero la respuesta fue la misma. Mientras íbamos navegando por otro río, el capitán de la barquita se entretuvo con un insecto bastante grande y de un color verde fluorescente que se había posado junto a él, pero el descuido casi nos cuesta la vida a todos los que íbamos en la barca y la de los ocupantes del carguero de madera que venía en sentido contrario, suerte que un chico que iba con nosotros lo avisó con un grito y con un golpe en el timón la barca dio un giro brusco; casi nadie de los ocupantes se movió, pero la burbuja hembra, despistada también por el bello insecto no tuvo tiempo de agarrarse y cayo encima del compañero de al lado, pero solo fue un susto. Llegamos a una ciudad y de un salto tuvimos que pasar a un tronco para ir a tierra firme, donde nos esperaba un mini-bus (con nuestras mochilas dentro) para llevarnos a ver la granja de cocodrilos, mientras hacíamos paradas para recoger algún que otro extranjero. Al cabo de una hora paramos en dicha granja, no era plato de buen gusto para nosotros ver a tantos cocodrilos juntos y saber que solo eran criados por su piel y carne, pero estaba dentro del viaje organizado (nos dimos cuenta que por eso las burbujas circulares somos tan reticentes a hacer viajes organizados), pudimos ver cocodrilos en persona. De allí llegamos a la ciudad fronteriza de Vietnam con Camboya y nos alojamos en el hostel flotante, con una cena incluida mientras flotábamos por el Mekong (el navegar mientras cenábamos estuvo muy bien, pero la cena no fue nada del otro mundo: noodles con verduras bastante escasos). Después nos dirigimos a las habitaciones para salir en cinco minutos a ver algo de la ciudad acompañados de todos los que íbamos en el mini-bus, pero enseguida nos volvimos, ya que la ciudad ya casi estaba dormida. Al llegar a la habitación la burbuja hembra se dio cuenta que había cogido un gripazo bastante fuerte, suponemos que por el aire acondicionado que tanto les gusta a los asiáticos, así que esa noche trató de descansar para volver a coger la mochila y acabar de llegar a Camboya al día siguiente, mientras la burbuja macho hacía fotos en la terraza flotante que tenía nuestra habitación.



Las antenas que no falten...


Muchos de ellos viven aquí

Medio de transporte


Parece que la flecha señale al perro "navegante"

Reunión familiar

Casa flotante

Después de ver el mercado

Ropa secandose...

La ciudad

Transporte para cruzar el río

Cargueros de fruta...sandias



Empieza la selva

Puente


Orquideas colgadas


Granja de cocodrilos

Crías...

Vistas desde la terraza flotante

Txema relajándose en la terraza de la habitación

lunes, 14 de noviembre de 2011

HO CHI MIN (SAIGÓN)

Al salir del andén, nos encontramos en medio de dos hileras de chicas vestidas igual y con una carpeta negra cada una de ellas, solo nos sonreían, así que pasamos preguntándonos que hacían allí, que resultó ser nada(¿?); al salir de la estación, nos encontramos rodeados de hombres vestidos con pantalón y chaqueta azul y un casco en sus cabezas, ofreciéndonos sus servicios de moto-bike. Teniendo la dirección del hostel preguntamos precios a los taxis y acabamos  decidiendo coger una moto-bike cada uno (no las teníamos todas con nosotros, ya que llevábamos bastante peso y al ir los dos separados podíamos perdernos, uno de nosotros  llevaba la dirección escrita, pero el otro no, a parte de no podernos comunicar de ninguna manera). Así que nuestros conductores cogieron las motos, colocamos las tres mochilas (dos de setenta litros y una de veinticinco) y una bolsa, nos subimos, y emprendimos el viaje por la ciudad de Saigón y su caótico tráfico. Intentando no perdernos de vista uno del otro, cruzamos rotondas, avenidas, calles y callejuelas (nadie diría que una moto-bike cargada así puede ir tan rápido). Al fin nos paramos en una avenida delante de un parque, pagamos a los conductores (respirando hondo, los dos juntos) y nos adentramos en una de las callejuelas, allí nos encontramos con el hostel.  Después de sacarnos las chanclas para entrar en la recepción, nos ofrecieron un zumo de mora con hielo, mientras nos explicaban las normas y cogiamos las llaves de nuestra habitación. Nos dirigimos a ella y por fin, después de dos días en un tren, nos pudimos duchar y relajar. Ahora teníamos que decidir e informarnos de cómo cruzar la frontera de Vietnam con Camboya.
Al cabo de unas horas fuimos a comer y dar una vuelta por la zona, después de andar un rato (¡y ahora sí, buscando algún sitio para comer!), nos paramos en un cruce y se nos paró delante un hombre, enseñándonos un cuaderno, donde tenía escritos de la gente que hablaban muy bien de su servicio: llevar a Camboya extranjeros que están en Vietnam con su moto-bike. Nos ofreció dos moto-bike con él y otro compañero, alojamiento barato y el cruzar a Camboya, la verdad es que el plan era genial, pero teníamos que pensar en nuestros inconvenientes...las mochilas de setenta litros cada uno, más la de veinticinco, montados en una moto con dos personas más y haciendo una media de ocho horas diarias durante tres días y sin contar que últimamente las lluvias tropicales eran más frecuentes; le dijimos que nos veríamos al día siguiente y nos lo pensaríamos... Durante el rato de la comida (había empezado a llover), llegamos a la conclusión que había otras opciones sin tantos inconvenientes, y también más baratas. Luego nos quedamos en el hostel a descansar e intentar ponernos en contacto con nuestros familiares, cosa bastante difícil.
Al día siguiente, quedamos con nuestro "amigo" (el del viaje a Camboya en moto), para rechazar su servicio, no sin antes regatear (ya es que no lo podíamos evitar). Luego fuimos a ver un templo hindú que salía en la guía (no sabemos por qué extraña razón le hicimos caso a la guía de Lonly Planet). Aunque el templo en si era bastante minúsculo (tampoco nos quedó muy claro si en realidad era ese el templo del que hacía referencia la guía), los parques de su alrededor tenían unas flores y esculturas que nos gustaron. Nos resultó curioso que entre los niños jugando, los pajarillos cantando y demás fauna típica de todos los parques del mundo, correteaban de una lado a otro unas cuantas ratas (¡grandes, bastante grandes!) a plena luz del día. Luego nos perdimos por las calles hasta que anocheció, compramos algo para cenar y nos fuimos a descansar hasta el día siguiente.
Nos levantamos , y al bajar le preguntamos dónde comer a la chica de recepción (mientras le hacían la pedicura y manicura por un dólar), nos indicó un sitio y al no encontrarlo, dudando entre un sitio y otro, al final nos metimos en un restaurante en el que nos regalaron dos refrescos por no haber elegido el otro establecimiento. Mientras comíamos, veíamos al chico (en Occidente, sería el relaciones públicas del restaurante, pero con más gracia), ofreciendo la carta a los extranjeros que pasaban por la calle, y la verdad es que nos reímos bastante. Decidimos que no sería el último día que íbamos a comer allí. A la tarde estuvimos en un parque, donde pudimos ver cómo se iban haciendo grupos de personas (mayoritariamente mujeres) alrededor de unos carritos con altavoces y un radio cassette para empezar sus clases de aeróbic, la verdad es que es muy gracioso y te dan unas ganas terribles de participar. No era lo único que se hacia en el parque, todo el mundo que pasaba al lado del banco donde estábamos sentados, hacían algo de deporte; los niños corriendo al lado de sus padres o abuelos, jóvenes jugando badmington...Luego decidimos ir al museo de la guerra de Vietnam, pero se nos hizo tarde, así que al día siguiente, después de desayunar nos fuimos para allí, paseando por las calles (durante nuestra estancia en Saigón no cogimos ningún medio de transporte). Al llegar habían cerrado para abrir al cabo de unas horas, así que fuimos a tomarnos un café vietnamita que tanto nos gustaba, mientras buscábamos un sitio, intentamos comprar tabaco (nos extrañó que en diferentes puestecitos de té, con cajetillas de tabaco expuesto, no nos vendieran cigarrillos, no sabemos si por ser extranjeros, por no estar en la zona turística o por que solo lo tenían para los clientes del puestecito), pero en un puestecito de ropa y variedades nos lo vendieron, nos sentamos al cabo del rato en una cafetería sin puertas, tuvimos alguna que otra perlada con el café (¡como no!) y después de esperar una hora y ver cómo llovía, nos dimos cuenta de una cosa: en Asia tienen un secreto para ponerse el chubasquero en décimas de segundo conduciendo una moto. Cuando acabó el chubasco nos fuimos al museo, primero vimos los proyectiles, armas, aviones y demás cosas que se utilizan en estas guerras y luego solo vimos fotos de gente, lugares devastados, repercusiones y situaciones...no muy agradables. Por ese día se había acabado, fuimos al hostel y contratamos un viaje organizado que nos habían ofrecido los del hostel, para cruzar de Vietnam a Camboya en autobús y barco, por el Mekong, durante dos días, con un hostel, comida, visitas guiadas y el tramite del pasaporte; el precio era de unos veintisiete euros cada uno, y nos salía a cuenta habiendo comparado precios.
Así que al día siguiente, nos levantamos, desayunamos y nos preparamos para el viaje guiado para llegar a Camboya.


Vistas des de la ventana del hostel

Buscando el templo hindú



Viendo pasar el tráfico

Templo (¿?)

Esculturas expuestas en un parque
El parque y sus flores...
Preciosas

Templo hindú (¿?)

Comiendo

Transporte

Fruteria andante

Pica picas

Transporte particular

Restaurante andante

Mientras tomábamos café, empezó a llover

Ya en el Museo






Nada más que ver...