Durante tres dias estuvimos recorriendo Praga, sus calles llenas de palacios y monumentos, y el museo Kampa, donde pudimos ver las obras de Frantisek Kupka y las esculturas de Otto Gutfreund, entre otros artistas checos. Fuimos los únicos que tardamos más de 2 horas deleitándonos saboreando cada una de sus obras mientras el resto de los visitantes (muy pocos por cierto) nos adelantaban echando un vistazo rápido (y no a todas-ya sabeis, los típicos visitantes de museos-). Una de las entradas nos salió por la mitad de precio gracias al carnet de la biblioteca de Sabadell que astutamente la burbuja macho se llevó de viaje y la hizo pasar por un carnet de estudiante.
El último día tuvimos que cambiar de hostel ya que nuestra habitación (por que la habiamos hecho ya nuestra) iba a ser ocupada por 9 griegos. El señor risivo nos consiguió otra habitación, aún más cerca de la estación de trenes, al lado de una sinagoga preciosa.
El mismo día del cambio de hostel nos dirigimos a la estación de tren, para saber cuando saldría el nuestro hacia Budapest, y una vez sabido, compramos los billetes, y fuimos a perdernos por la ciudad, no sin antes comprar un billete que nos serviría para viajar en metro y tranvía durante todo del día. Nos acercamos al centro en metro y una vez allí cogimos un tranvía que nos dejo en el sector seis, bajandonos en la última parada, ya en las afueras de la ciudad, donde llegamos a una reserva natural llena de cerezos floreciendo para luego acabar en un restaurante auténtico (es decir, alejado de las rutas turísticas) en el que disfrutamos de la cocina típica bohemia, donde no tenian la carta en inglés, por lo que pedimos dos menús sorpresa; la comida estaba bueníííííííísimaaaaa; además de baratííííísimaaa.
Praga nos encantó: la capital de la bohemia por excelencia (en todos los sentidos que nos podamos imaginar ahora mismo).
A la mañana siguiente cogimos el tren que tardaría unas seis horas en llegar a Budapest, cruzando Eslovaquia, muy fea y sucia, por cierto (al menos vista desde la ventana del tren).
Txema al lado de Frantisek Kupka y Otto Gutfreund
Museo Kampa
¿Dónde están las caras?
Reserva natural
Praga en una suela de zapato
Puerta de lahabita del 1ª hostel
Sala de fumadores del hostel
Sinagoga
2 comentarios:
Me gusta mucho la forma como describen sus odiseas. Me parece que son útiles y entretenidas. Solo quisiera dar mi impresión de Bratislava, la capital de Eslovaquia. Realmente es una ciudad encantadora, súper segura, limpia y de gente súper amable. Un destino oculto de Europa del Este. Me fascino, es lo que puedo decir. Para volver.
Gracias por seguirnos Jeanette! Y nos agrada que te gusten nuestra aventuras y sean útiles.
Sentimos si nuestra descripción de Eslovaquia es erronea y muy escasa. Nuestra impresión solo la pudimos basar en el trayecto del tren, no conocemos Eslovaquia y no nos importaría poderla conocer mejor. No dudamos en que nos gustaría.
Saludos y gracias.
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