jueves, 21 de abril de 2011

LAS PRIMERAS AVENTURAS DEL VIAJE

Conseguimos (¡por fin!) los billetes del Interrail; después de dos intentonas con sendas caídas de línea de Intranet (una tras otra) de la RENFE vitoriana. Después de conseguirlos, los burbujeros espabilados (es decir, nosotros), compramos los billetes de Vitoria a Hendaya y reservamos los de Hendaya a París. Nuestra intención era hacer las reservas al menos hasta Praga, pero las líneas se volvieron a caer. Así que tuvimos que esperar hasta Hendaya para reservarlos (eso si, en nuestro francés) con la "inestimable ayuda" de nuestra amiga taquillera que, a la hora de despedirnos nos dijo un "HASTA LUEGO" en un correcto castellano casi sin acento. Nos quedamos sorprendidos pero ninguna de las burbujas dijo nada. Como no sabíamos si teníamos que validar los billetes antes de subirnos, volvimos hasta ella para preguntárselo. Nos respondió con un todavía más correcto castellano: "NO HACE FALTA, PORQUE LOS BILLETES LOS HABEIS COMPRADO EN ESPAÑA". Ahí nos dimos cuenta que habíamos estado haciendo el pringado en francés casi una hora para hacer las reservas.
Al subir al tren nocturno que nos llevaría desde Hendaya hasta París (y tan contentos pensando que dormiríamos en literas), nos encontramos con la siguiente sorpresa: nos esperaban unos asientos reclinables que chirriaban, aunque acabaron siendo más cómodos de lo que nos pensamos a la hora de subir al tren. Algunas horas pudimos dormir; no muchas, (y eso si las juntas todas). A las 7.17 de la mañana llegamos a París con once horas por delante para disfrutar de la primera ciudad que íbamos a recorrer.

NOTRE DAME




EL PUENTE DE LOS ENAMORADOS CANDADOS


EL LOUVRE




LA TORRE EIFELLE


LA CASA JARDÍN
O
EL JARDÍN VERTICAL




A la tarde, ya casi de noche, nos subimos al siguiente tren nocturno que nos llevaría hasta Munich, con la esperanza de que por fin íbamos a dormir en posición horizontal. Pero al llegar hasta nuestro compartimento, nos dimos cuenta que eso no iba a ser nada sencillo: nos encontarmos con tres asientos a un lado, enfrentados a otros tres asientos al otro; y esperando ya, sentada en uno de ellos, la que iba a ser nuestra compañera de viaje. Después de una hora de incertidumbre, arreglamos con ella la distribución del espacio, y sí, por fin íbamos a poder viajar tumbados... ¿cómo? Nuestra compañera tumbada encima de los tres asientos, la burbuja macho en el suelo encima de la esterilla, y la burbuja hembra, encima de los tres asientos que quedaban. ¡Qué maja nuestra compañera la francesita! Por fin conseguimos dormir como niños después de ocho horas sin parar de patear la ciudad del AMOR.
Por la mañana, después de despertarnos, nos dimos cuenta que el tren se estaba retrasando demasiado, y no sabíamos si nos iba a dar tiempo a coger el siguiente tren que teníamos hasta Nuremberg, y de hecho llegamos, corriendo desde que se paró el tren hasta conseguir montarnos en el siguiente. Ya más tranquilos, seguimos nuestro camino. Ya en Nuremberg, hicimos tiempo desayunando dos enormes cafés con leche y dos Muffins. Pero nuestro siguiente tren hasta Praga no aparecía en la pantalla de salidas; lo que entonces no sabíamos, era que no iba a ser un tren lo que nos iba a llevar hasta Praga, si no un autobús que, por supuesto nunca salió en la pantalla de la estación de trenes. Menos mal que en el último momento, mosqueados, nos espabilamos un poco y después de preguntar, nos dijeron que no era un tren, si no un autobús. Llegamos a subirnos por los pelos (de nuevo).
¡Por fin llegamos a Praga!

1 comentario:

Anónimo dijo...

a topeeeeeeeeeee abrazos primus