domingo, 27 de noviembre de 2011

1ªPARTE DEL VIAJE DESDE SAIGÓN A LA FRONTERA CON CAMBOYA

Nos levantamos a las ocho de la mañana, preparamos nuestras maletas, nos duchamos y bajamos a recepción, a esperar a uno de los guías que nos tenía que venir a buscar para empezar nuestro camino hacia la frontera de Vietnam con Camboya. De repente apareció un chico preguntando por nosotros y acompañado por dos chicos extranjeros. Corriendo detrás del guía con las mochilas en las espalda nos dirigimos a una de las avenidas principales de la zona, pasando por callejuelas y siendo observados. Nos montamos en un autobús y después de que uno de los guías nos preguntara cuánta gente se dirigía a Camboya (resultó que éramos los únicos que íbamos a cruzar la frontera) empezó la marcha. En el camino el guía nos explicaba entre risas que el viaje duraba tres horas si la policía no nos paraba, ya que era bastante común y al cabo de cinco minutos la policía nos paro, así que el viaje se retraso . Al cabo de una hora nos paramos para tomar un café y fumarnos un cigarrito; en esa pausa conocimos a varios españoles que venían con nosotros en el autobús, todos ellos hacían el viaje para ver algunas cosas, pero luego volvían a Ho Chi Min. Después de unas tres horas llegamos a un pequeño puerto, donde nos organizaron en grupos y cogimos una barquita. Pasando por un río llegamos al mercado flotante (bastante pequeño, por cierto), el paisaje hasta el mercado era de lo más interesante; las casas flotantes (por no llamarlas barracas) con sus enormes antenas de televisión, barcos transportando comida, canoas cruzando de un lado a otro, barcas que son casas con gente y perros viviendo... Una vez en el mercado nos enseñaron como hacían papel de arroz, caramelos de arroz, licor de arroz, títeres de arroz... Luego nos dimos un paseo por lo que parecía un pueblo. Volvimos a la barca y después de dar marcha atrás por el río y volver al Mekong, nos introducimos en otro río, en el cual no se veían muchas casas y todo lo que podíamos ver era selva. Nos paramos al lado de un camino, que fue por el que íbamos a andar para llegar a un restaurante donde comeríamos. Las burbujas un poco preocupadas por las mochilas que se habían quedado en el autobús le preguntamos al guía y nos respondió que luego las tendríamos, que no nos preocupáramos (claro, como si fuera tan fácil, con todo lo que llevábamos dentro). Nos sentamos a comer y nos toco con un señor muy agradable de Singapur, después de comer y haber hecho algunas fotos a las flores que colgaban (la burbuja hembra se ha dedicado a fotografiar flores de casi todos de los países por lo que hemos viajado), nos hicieron coger unas bicis y montados en ellas recorrer una carretera por donde solo cabían dos coches (aunque ellos consiguen que pasen dos autobuses juntos) y después de algún que otro percance con la bici por parte de la burbuja hembra (¡a tomar por culo el pantalón!) nos hicieron subir a una barquita. En esta habían algunas mochilas pero ninguna de ellas eran las nuestras, así que preocupados volvimos a preguntar, pero la respuesta fue la misma. Mientras íbamos navegando por otro río, el capitán de la barquita se entretuvo con un insecto bastante grande y de un color verde fluorescente que se había posado junto a él, pero el descuido casi nos cuesta la vida a todos los que íbamos en la barca y la de los ocupantes del carguero de madera que venía en sentido contrario, suerte que un chico que iba con nosotros lo avisó con un grito y con un golpe en el timón la barca dio un giro brusco; casi nadie de los ocupantes se movió, pero la burbuja hembra, despistada también por el bello insecto no tuvo tiempo de agarrarse y cayo encima del compañero de al lado, pero solo fue un susto. Llegamos a una ciudad y de un salto tuvimos que pasar a un tronco para ir a tierra firme, donde nos esperaba un mini-bus (con nuestras mochilas dentro) para llevarnos a ver la granja de cocodrilos, mientras hacíamos paradas para recoger algún que otro extranjero. Al cabo de una hora paramos en dicha granja, no era plato de buen gusto para nosotros ver a tantos cocodrilos juntos y saber que solo eran criados por su piel y carne, pero estaba dentro del viaje organizado (nos dimos cuenta que por eso las burbujas circulares somos tan reticentes a hacer viajes organizados), pudimos ver cocodrilos en persona. De allí llegamos a la ciudad fronteriza de Vietnam con Camboya y nos alojamos en el hostel flotante, con una cena incluida mientras flotábamos por el Mekong (el navegar mientras cenábamos estuvo muy bien, pero la cena no fue nada del otro mundo: noodles con verduras bastante escasos). Después nos dirigimos a las habitaciones para salir en cinco minutos a ver algo de la ciudad acompañados de todos los que íbamos en el mini-bus, pero enseguida nos volvimos, ya que la ciudad ya casi estaba dormida. Al llegar a la habitación la burbuja hembra se dio cuenta que había cogido un gripazo bastante fuerte, suponemos que por el aire acondicionado que tanto les gusta a los asiáticos, así que esa noche trató de descansar para volver a coger la mochila y acabar de llegar a Camboya al día siguiente, mientras la burbuja macho hacía fotos en la terraza flotante que tenía nuestra habitación.



Las antenas que no falten...


Muchos de ellos viven aquí

Medio de transporte


Parece que la flecha señale al perro "navegante"

Reunión familiar

Casa flotante

Después de ver el mercado

Ropa secandose...

La ciudad

Transporte para cruzar el río

Cargueros de fruta...sandias



Empieza la selva

Puente


Orquideas colgadas


Granja de cocodrilos

Crías...

Vistas desde la terraza flotante

Txema relajándose en la terraza de la habitación

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