lunes, 14 de noviembre de 2011

HO CHI MIN (SAIGÓN)

Al salir del andén, nos encontramos en medio de dos hileras de chicas vestidas igual y con una carpeta negra cada una de ellas, solo nos sonreían, así que pasamos preguntándonos que hacían allí, que resultó ser nada(¿?); al salir de la estación, nos encontramos rodeados de hombres vestidos con pantalón y chaqueta azul y un casco en sus cabezas, ofreciéndonos sus servicios de moto-bike. Teniendo la dirección del hostel preguntamos precios a los taxis y acabamos  decidiendo coger una moto-bike cada uno (no las teníamos todas con nosotros, ya que llevábamos bastante peso y al ir los dos separados podíamos perdernos, uno de nosotros  llevaba la dirección escrita, pero el otro no, a parte de no podernos comunicar de ninguna manera). Así que nuestros conductores cogieron las motos, colocamos las tres mochilas (dos de setenta litros y una de veinticinco) y una bolsa, nos subimos, y emprendimos el viaje por la ciudad de Saigón y su caótico tráfico. Intentando no perdernos de vista uno del otro, cruzamos rotondas, avenidas, calles y callejuelas (nadie diría que una moto-bike cargada así puede ir tan rápido). Al fin nos paramos en una avenida delante de un parque, pagamos a los conductores (respirando hondo, los dos juntos) y nos adentramos en una de las callejuelas, allí nos encontramos con el hostel.  Después de sacarnos las chanclas para entrar en la recepción, nos ofrecieron un zumo de mora con hielo, mientras nos explicaban las normas y cogiamos las llaves de nuestra habitación. Nos dirigimos a ella y por fin, después de dos días en un tren, nos pudimos duchar y relajar. Ahora teníamos que decidir e informarnos de cómo cruzar la frontera de Vietnam con Camboya.
Al cabo de unas horas fuimos a comer y dar una vuelta por la zona, después de andar un rato (¡y ahora sí, buscando algún sitio para comer!), nos paramos en un cruce y se nos paró delante un hombre, enseñándonos un cuaderno, donde tenía escritos de la gente que hablaban muy bien de su servicio: llevar a Camboya extranjeros que están en Vietnam con su moto-bike. Nos ofreció dos moto-bike con él y otro compañero, alojamiento barato y el cruzar a Camboya, la verdad es que el plan era genial, pero teníamos que pensar en nuestros inconvenientes...las mochilas de setenta litros cada uno, más la de veinticinco, montados en una moto con dos personas más y haciendo una media de ocho horas diarias durante tres días y sin contar que últimamente las lluvias tropicales eran más frecuentes; le dijimos que nos veríamos al día siguiente y nos lo pensaríamos... Durante el rato de la comida (había empezado a llover), llegamos a la conclusión que había otras opciones sin tantos inconvenientes, y también más baratas. Luego nos quedamos en el hostel a descansar e intentar ponernos en contacto con nuestros familiares, cosa bastante difícil.
Al día siguiente, quedamos con nuestro "amigo" (el del viaje a Camboya en moto), para rechazar su servicio, no sin antes regatear (ya es que no lo podíamos evitar). Luego fuimos a ver un templo hindú que salía en la guía (no sabemos por qué extraña razón le hicimos caso a la guía de Lonly Planet). Aunque el templo en si era bastante minúsculo (tampoco nos quedó muy claro si en realidad era ese el templo del que hacía referencia la guía), los parques de su alrededor tenían unas flores y esculturas que nos gustaron. Nos resultó curioso que entre los niños jugando, los pajarillos cantando y demás fauna típica de todos los parques del mundo, correteaban de una lado a otro unas cuantas ratas (¡grandes, bastante grandes!) a plena luz del día. Luego nos perdimos por las calles hasta que anocheció, compramos algo para cenar y nos fuimos a descansar hasta el día siguiente.
Nos levantamos , y al bajar le preguntamos dónde comer a la chica de recepción (mientras le hacían la pedicura y manicura por un dólar), nos indicó un sitio y al no encontrarlo, dudando entre un sitio y otro, al final nos metimos en un restaurante en el que nos regalaron dos refrescos por no haber elegido el otro establecimiento. Mientras comíamos, veíamos al chico (en Occidente, sería el relaciones públicas del restaurante, pero con más gracia), ofreciendo la carta a los extranjeros que pasaban por la calle, y la verdad es que nos reímos bastante. Decidimos que no sería el último día que íbamos a comer allí. A la tarde estuvimos en un parque, donde pudimos ver cómo se iban haciendo grupos de personas (mayoritariamente mujeres) alrededor de unos carritos con altavoces y un radio cassette para empezar sus clases de aeróbic, la verdad es que es muy gracioso y te dan unas ganas terribles de participar. No era lo único que se hacia en el parque, todo el mundo que pasaba al lado del banco donde estábamos sentados, hacían algo de deporte; los niños corriendo al lado de sus padres o abuelos, jóvenes jugando badmington...Luego decidimos ir al museo de la guerra de Vietnam, pero se nos hizo tarde, así que al día siguiente, después de desayunar nos fuimos para allí, paseando por las calles (durante nuestra estancia en Saigón no cogimos ningún medio de transporte). Al llegar habían cerrado para abrir al cabo de unas horas, así que fuimos a tomarnos un café vietnamita que tanto nos gustaba, mientras buscábamos un sitio, intentamos comprar tabaco (nos extrañó que en diferentes puestecitos de té, con cajetillas de tabaco expuesto, no nos vendieran cigarrillos, no sabemos si por ser extranjeros, por no estar en la zona turística o por que solo lo tenían para los clientes del puestecito), pero en un puestecito de ropa y variedades nos lo vendieron, nos sentamos al cabo del rato en una cafetería sin puertas, tuvimos alguna que otra perlada con el café (¡como no!) y después de esperar una hora y ver cómo llovía, nos dimos cuenta de una cosa: en Asia tienen un secreto para ponerse el chubasquero en décimas de segundo conduciendo una moto. Cuando acabó el chubasco nos fuimos al museo, primero vimos los proyectiles, armas, aviones y demás cosas que se utilizan en estas guerras y luego solo vimos fotos de gente, lugares devastados, repercusiones y situaciones...no muy agradables. Por ese día se había acabado, fuimos al hostel y contratamos un viaje organizado que nos habían ofrecido los del hostel, para cruzar de Vietnam a Camboya en autobús y barco, por el Mekong, durante dos días, con un hostel, comida, visitas guiadas y el tramite del pasaporte; el precio era de unos veintisiete euros cada uno, y nos salía a cuenta habiendo comparado precios.
Así que al día siguiente, nos levantamos, desayunamos y nos preparamos para el viaje guiado para llegar a Camboya.


Vistas des de la ventana del hostel

Buscando el templo hindú



Viendo pasar el tráfico

Templo (¿?)

Esculturas expuestas en un parque
El parque y sus flores...
Preciosas

Templo hindú (¿?)

Comiendo

Transporte

Fruteria andante

Pica picas

Transporte particular

Restaurante andante

Mientras tomábamos café, empezó a llover

Ya en el Museo






Nada más que ver...


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