martes, 30 de agosto de 2011

VIAJE DE KUNMING A HAKOI, CRUCE DE FRONTERA LAO CAI

Al llegar a Kunming cogimos dos autobuses urbanos para ir a buscar los billetes de otro autobús que nos llevaría hasta Hakoi (frontera con Vietnam). Teníamos tiempo de sobra de recoger los billetes, comprar algo de comida y dirigirnos a la estación. Pero al llegar a la agencia, a las cinco de la tarde, nos dijeron que todavía no tenían nuestros billetes, así que después de hablar con la chica que nos atendía y quedar en una hora, decidimos esperar fuera en la puerta, con el miedo de que nuestros billetes no llegaran a tiempo y que tuviéramos un problema, ya que nuestros visados caducaban al día siguiente. Después de una hora salió la chica con los billetes y descubrimos entonces que para coger el autobús nocturno no había ningún transporte público que nos llevara hasta la nueva estación, así que tuvimos que coger un taxi. Al final nos sobraba una hora antes de tener que subir al autobús. La estación parecía nueva, aunque al bajar a la sala de espera el edor que desprendían los lavabos, se extendía por toda la estación (muy fuerte y desagradable); pero después de un mes en el país nos habíamos acostumbrado y ya no nos importaba tanto. Mientras esperábamos que abrieran las puertas para poder salir al andén, entablamos conversación con un chico, bastante bebido y al que la curiosidad le impulsó a intentar comunicarse con nosotros. De esta manera llegó nuestra hora y nos dirigimos al autobús que nos llevaría hasta Hakoi. El conductor nos ayudó a poner las mochilas en el portamaletas y a continuación acabamos por acerptarle un cigarro. En el grupo de los que estábamos esperando, hubo risas y chismorreos (chinos) sobre nosotros y en algún momento logramos entenderlos o hacer que los entendíamos, así que las risas fueron unas cuantas.
Una  vez dentro del autobús, empezó la marcha media hora más tarde de lo previsto (algo bastante común en los chinos, la impuntualidad). Después de dormir algunas horas y parar en algún momento para vaciar begigas y poder fumar algún cigarro, llegamos a Hakoi a las cinco de la madrugada. Al preguntar al conductor dónde se encontraba la frontera, nos dimos cuenta que la teníamos a unos doscientos metros de donde estabamos, justo delante de nuestras narices. Así que cogimos las  mochilas y la bolsa de comida, nos despedimos, y nos dirigimos hasta la frontera. Esta se componía de un solo puente y dos portones: uno en el que estábamos, que era Hakoi (China), y el otro, al otro lado del río, que era Lao Cai (Vietnam). Mientras esperábamos a que abrieran la frontera a las ocho de la mañana, nos acercamos al río a verlo y a hacernos algunas fotos en el puente (esa frontera tan ridícula, que solo se podía cruzar a pie). Mientras se despertaba China en silencio y Vietnam con cánticos patrióticos, nos dimos cuenta que el gran edificio que teníamos en frente era lo primero que tendríamos que atravesar, para que nos sellaran a la salida los visados y luego ir hacia donde estábamos en un principio, para luego cruzar el puente y cambiar de país. Así que hacia el edificio fuimos a esperar nuestros últimos minutos en este país que tanto nos había sorprendido y agradado, aunque a veces fuera chocante y dificil de entender para nuestra cultura. Al abrir las puertas, un soldado nos indicó hacia dónde dirigirnos, pasando por delante de la cola que ya se había formado, poniéndonos los primeros al ser extranjeros. Primero pasó la burbuja macho, que al rato le indicaron que se tenía que ir a una habitación aparte; sin entender nada, la burbuja hembra estaba atenta a que le sellaran el pasaporte y de ver qué era lo que pasaba con Txema. Al salir, al cabo de unos minutos, la burbuja macho explicó que en el primer sello de salida no se leía la fecha, y tuvieron que anularlo para poner uno en condiciones, así que nos ganamos un susto y el pasaporte de Txema manchado de tinta roja por todas partes. Al salir a la calle nos dirigimos hacia el puente y allí acabo nuestra aventura en China, después de un mes disfrutando de su gente,  su cultura sus parajes y todo lo demás.
Después de cruzar el puente nos tuvimos que dirigir a otro edificio, esta vez Vietnamita, para que nos sellaran la entrada al país. Solo salir, Marta se encontró rodeada por dos chicos vietnamitas; mientras, la burbuja macho todavía estaba pasando los controles. Así que esperó antes de nada a que Txema se acercara y pudiéramos decidir entre los dos qué hacer con lo que nos proponían los dos vietnamitas, que solo buscaban a alguien extranjero para hacer el mes. Al decirles que no teniamos dinero y que no nos interesaba lo que nos proponían, los tuvimos rondeándonos por lo menos una hora más, intentando convencernos de que nos podían llevar a cualquier lugar por un módico precio,  después de llevarnos a un cajero (claro). Por fin conseguimos deshacernos de ellos, y nos decidimos a buscar la estación para coger el autobús que nos llevaría hasta nuestro próximo destino. Al preguntar a un policía, lo único que conseguimos es que éste llamara a sus amigos para que nos llevaran con la moto donde queríamos, así que al final tampoco nos solucionó nada, y seguimos buscando y dando vueltas. Acabamos sentados en la acera comiendo algo y pensando qué hacer, agobiados en el nuevo país donde nos encontrábamos que la gente, al vernos, se paraba para ofrecernos sus servicios de transporte, los cuales no nos interesaban y cada vez nos agoviaban más. Al cabo de un rato nos encontramos con un chico que había estado con nosotros en el autobús nocturno y que había cruzado la frontera a la vez que nosotros. Fiándonos de lo que nos decía fuimos en busca de la estación, pero en algo nos debimos de equivocar, porque al cabo de un rato estábamos perdidos de nuevo y sin señales de la estación, así que volvimos a preguntar a la gente, pero nos dimos cuenta que todo el mundo nos indicaba un sitio diferente y que llevábamos como dos horas  dando vueltas sin parar, cargados con las mochilas, sudados por la humedad del clima tropical en el que estábamos y, fatigados, ya que todavía no habíamos dormido, decidimos coger un taxi, y después de regatear y regatear, y conseguir que nos llevará por la quinta parte de lo que nos habia dicho en un principio, nos llevó hasta el pueblo al que queríamos ir. Al cabo de una hora y media estábamos en Sapa, pueblecito bastante turístico de Vietnam pero con unos paisajes increibles...


                                                 Camino de Dali a Kunming

                                                    

                                Hakoi (China) y al otro lado Lao Cai (Vietnam)

                        Desayunando a las cinco y media de la mañana en la frontera

En la frontera

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